miércoles, 28 de marzo de 2007

Ensayan en Alemania método para enterrar dióxido de carbono

BERLÍN. Científicos europeos están experimentando cerca de Berlín un método para sepultar dióxido de carbono (CO2) en las profundidades de la Tierra, a fin de impedir que este gas emitido por las industrias contaminantes siga contribuyendo al recalentamiento climático.

En Ketzin, una localidad de la ex República Democrática Alemania situada a 40 kilómetros de Berlín, un equipo internacional de científicos comenzó a perforar el suelo para hallar a 800 metros de profundidad una napa de agua salada subterránea. A partir del verano (boreal) próximo y durante dos años, los investigadores esperan inyectar 60.000 toneladas de CO2 puro, que será transportado al lugar por camiones cisterna.
"Vamos a equipar el lugar con una serie de sensores que nos ayudarán a verificar la perennidad de este almacenamiento" , explicó Guenter Borm, profesor del Centro de Investigación de la Tierra (GFZ) de Potsdam, cerca de Berlín, entidad que coordina el proyecto.

"No hay nada peligroso: el sitio elegido es muy estable y el gas que inyectamos es el mismo que se utiliza para gasificar los refrescos (las limonadas)" aseguró el profesor Borm.
El proyecto, que costará 35 millones de euros --cofinaciados por la Unión Europea, Alemania y Francia así como por universidades y empresas europeas-- está dirigido a verificar la factibilidad del "almacenamiento geológico" de CO2, principal gas responsable del efecto de invernadero.

Si la técnica fuera aplicada algún día a escala industrial, el gas sepultado será previamente captado allí donde es emitido en fuertes concentraciones, por ejemplo en las plantas de cemento y siderúrgicas o en las centrales térmicas que producen electricidad, y gracias a técnicas por ahora experimentales.
La tecnología de enterramiento de CO2 en las profundidades, por su parte, ha sido objeto de un número relativamente pequeño de ensayos en el mundo, en condiciones diferentes, como por ejemplo almacenamiento en los fondos marinos frente a Noruega o a Australia, en el fondo de un yacimiento petrolero en Texas (EEUU) o una veta de carbón en Polonia.

En el suroeste de Francia, el grupo petrolero Total experimentará a partir de 2008 el almacenamiento en un antiguo yacimiento de gas natural de CO2 emitido por las calderas de una de sus plantas.

En Ketzin se trata de un acuífero salino profundo, es decir una napa de agua salada subterránea, sin contacto con las napas freáticas, elegido por los investigadores alemanes, británicos, franceses, polacos y escandinavos para inyectar el gas.
Apenas lanzada, la iniciativa suscita críticas de algunos ecologistas militantes.

"Sería mejor emplear las enormes inversiones necesarias para este almacenamiento en el desarrollo de energías renovables", comentó Matthias Seiche, de la Federacion Alemana para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza (BUND).

Por su parte, la geóloga Gabriela von Goerne, de la asociación Greenpeace, denunció este experimento que, dijo, no impedirá "que se continúe utilizando masivamente energías fósiles".
La técnica, cuando esté a punto, seguirá siendo muy costosa, al menos 40 euros la tonelada de CO2 sepultada. En comparación, en el mercado europeo del carbón, las empresas que sobrepasan su cuota de emisión pagan aranceles de menos de 2 euros la tonelada por la contaminación que ocasionan.


Fuente: AFP

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